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Mostrando entradas de noviembre, 2014

Salmo por la no violencia

Bajo el abrigo de mi carne, moraré bajo la sombra de mi dignidad. Diré yo a mi vida, mi cuerpo es mi templo, mi amante no es mi verdugo. Confiaré en los hechos, me libraran del lazo de los golpes la rozadura del cuerpo falso. Con mis aprendizajes me cubriré los oídos y debajo de mis alas haré una fiesta al amor. Escudo serán mis padres. No temeré al terror del engaño, ni a las peleas sin guantes que me aquejen de día, ni pestilencia de su boca cuando me diga puta, ni mortandad que en medio de la borrachera quiera destruirme. Caerán mil mujeres por el maltrato y diez mil a mi diestra; Más a mí no llegará la cruda realidad del desamor. Ciertamente con sus ojos miraré y veré la recompensa de cuidarme.

Los murciélagos que caen de noche

No se les conoce por hablar en lenguas o caminar con los pies al revés, tampoco sueñan con la humanidad  o los crisantemos tejidos al corazón. Generalmente se deshojan las pupilas a escondidas del vientre de su madre. Los murciélagos no tienen sombra, viven abrazados a la muerte con el recuerdo de los árboles, quienes debajo de las azucenas y la ciruela derretida del cielo imploraron ser algo más que un abrigo de los solitarios. Es que ser un murciélago es demasiado fácil dijo mi madre antes de caer en lluvia y abandonar la tierra. Es que ser un murciélago es fácil dijeron mis manos derretidas en el lodo. Es que ser murciélago es como adentrase en el vacío, vivir en el hoyo negro, cubrir las huellas de unicornios, abandonar toda esperanza de significado, en fin, esperar que el cacao crezca entre mis uñas dijo mi boca cuando fue ceniza. Tragué el último soplo de viento, se purificó en fuego,  abandonó toda promesa.