Las alas de la paloma

Había una vez un niño llamado Leo de nueve años, curioso por aprender las artes de la magia. Un día el niño desde el carro de sus padres vio a un hombre joven en medio del transito, éste en una de sus manos sostenía un sombrero viejo y hacia diversos trucos con pedazos de telas envueltos. El semáforo estaba en rojo, cuando el niño apresurado descendió del carro de sus padres sin permiso y se paro al lado del mago. El mago lo ignoraba lo más que podía aunque despertaba en él, cierta incomodidad porque el niño distraía a los demás carros y no verían su acto de magia. Ya impaciente por que el niño se marchará, le prometió mostrarle su mejor truco y el sombrero vació le enseñaba, a los segundos una paloma saldría revoloteando sin ascender al cielo. El niño triste sometió al mago a una serie de cuestiones que éste no lograría responder acerca de por qué la paloma no volaba. Claro que el niño nada ingenuo, sabía que a la paloma le habían cortado las alas. Entonces Leo le propuso al mago hacer un truco que consistía en esfumarlo de por vida, pero el mago casi sonriente acepto el reto, absurdo del niño y lo dejo sacar sus herramientas para realizar el truco. El mago vacilante miraba su reloj porque pronto seria el turno del traga fuegos, cuando de pronto, el niño saco se su bolsita un par de cuchillos filosos que le inserto en el pecho provocando una hemorragia de sangre por todos lados del mago. El mago no alcanzó a proclamar "gran truco" cuando aspiró, de lejos los padres y los espectadores de los carros aplaudían con devoción. Las alas de la paloma nunca se recuperaron y el mago es utilizado como muñeco.

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