La otra esquina

Siguió una estrella grande y poderosa, pensó que era Dios. La birria ya se le había esfumado entre las manos, un sujeto colocaba la punta de su pie en sus venas pulmonares. Visté la mano de Maradona- escuchó en la otra esquina. Las fosas nasales semicerradas, el polvo húmedo recorriendo la base cerebral.

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