Pláticas con Aristóteles

¿Dónde comienza el fin del mundo Aristóteles? Que mis días han agotado todo el resplandor de las estrellas y la lluvia me ha quemado, por el tempano de hielo que me he vuelto. Sabías que un rinoceronte me ha visitado en mis sueños contándome del mundo rosa del que nos perdimos. Sí sí sabías verdad, que un día el hombre y la mujer fueron condenados por su pecado, pero el rinoceronte ya no me visita desde que me volví gris. La última vez molesto me dijo que le daba miedo. Lo único que se aparece en mis sueños son los colores del arcoíris formando un camino entre las plantas, mientras espero encontrarme con mi madre. Me dijeron una mentira, que las luces de fuego que a veces a parecen en el cielo, pero que nadie ve, porque todos miramos de frente y de frente nada más hay carteles mágicos, gente y más carteles. Bueno te decía, las bolas de fuego dicen que son dragones que por el aliento de un niño muerto se han esfumado y se han esparcido en pequeñas gotas negras que al caer al piso no son más que piedritas. Por eso últimamente me dicen que me la vivo en la luna, porque no paró de observar el cielo con la esperanza de ver un dragón, pero no de verlo morir, sólo quiero pedirle un deseo que para su grandeza espero sea pequeño. Me he vuelto lunático, ayer Andrés me dijo que sí la luna era hechicera, yo no supe que decirle, sólo que me abrazara y viéramos el cielo juntos, lastima que su respuesta fue que me dejará de babosadas. Tú no me hubieras respondido eso verdad Aristóteles, aunque no seamos hermanos, somos hermanos de herencia tú en tú tierra apartada de la mía y yo aquí consumiéndome las entrañas esperando ver el mundo rosa del que tanto me habló el rinoceronte. Ya me sé casi todas las fases de la luna y todas son diferentes, podría jurar que nadie ha visto más lunas que yo. Las estrellas hace mucho que dejaron de interesarme desde que una mujer se tiró de un tren llorando diciendo que era por las estrellas; un día después apareció su diario en donde tenía la idea absurda de que cada estrella era un muerto. Pobre, las estrellas son tan resplandecientes y sería absurdo creer que los seres humanos son estrellas porque la mayoría son grises como yo. O quizás no, ¿Tú qué opinas Aristóteles? Podría tener algo de lógica, a veces estamos en una oscuridad impenetrable para los demás, aún así me quedo con la idea de que estrellas, estrellas son. Cada vez que pienso en ti, es cuando veo una pintura, no me lo tomes a mal, pero la mayoría son pinturas malas sin técnica, es que yo encuentro pedazos de ti allí en trazos muy desfigurados, ya sé que estas pensando, pero tendría que sacarme la córnea para que vieras como yo y conectaras las ideas de mi mente. Tengo un ataque de risa, mi papá siempre me dice que yo no tengo cerebro sino frituras, que si hubiera sido mujer mi mamá no nos hubiera abandonado, que tantos hombres en la vida de una mujer hacen daño. Mi papá sabe muy bien que mamá se fue porque era su tiempo, pero eso tú ya debes de saberlo Aristóteles que aunque el ser humano quiera vivir, su vida cumple el camino de las aves que vuelan muy alto y un día aterrizan. Por eso hoy, voy a estar en la ventana esperando ver al dragón para pedirle que mamá regresé y me lea un poema, con esa voz y ese calor cálido que la caracterizaba hasta el día que le llevé rosas a su tumba.

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