Todo ocurre en un lugar llamado Centro
En el Centro, a dos calles de mi desaparición, se hizo un callejón sin salida:
dos cigarros sirvieron para recrear un corazón de vidrio que cayó en el pelo descompuesto de una mujer.
Él le dijo: ¿Entonces no era yo todas las combinaciones de tus seres acariciados bajo la atmósfera de la muerte?
Ella le contestó: No, mi ilusión se escucha a tres años de aquí el único lugar donde podre ser libre, pero sígueme hablando del amor en la parte que dices no eres tú, en la parte que me acaricias con tus uñas coartadas en sangre y pronuncias en la oscuridad con una de tus caras que no crees en el amor porque dicen es algo bello y tú rechazas toda belleza que no esté podrida. Dime otra vez que sólo tus huesos de calavera podrán amar una vez, ya viejo, que tendrás todas las respuestas antes de morir. Con los ojos desgarrados me encontrarás aunque no sea exactamente yo.
En el Centro, a dos calles de mi desaparición, se murió una anciana que contaba cuentos de terror
dos manos fugitivas recorrían su cuerpo pálido.
Un taxista contempló el asalto y se derretía en su propia boca antes de llegar a casa.
Él dijo: Lo siento, cielo, tenemos que hablar, en los próximos segundos querré contarte toda mi vida y lo que sucedió hoy, tú me dirás que anunciaron lluvias y no podré continuar. En los siguientes 10 años me acostaré con una mujer en el Hotel Rita sólo porque tú fuiste un fantasma.
Ella le dijo: Es hora de marcharme, una anciana también murió aquí.
En el Centro, a tres calles de mi desaparición, una pareja se recorrió la piel
cantaron canciones por toda la Avenida Revolución y contemplaron sus tentáculos envolviéndose con el abrigo de sus amigos
terminan en un motel.
Él le dijo: Había una vez unos desahuciados...
Ella le dijo: Había una vez una anciana...
Él le dijo: Había una vez un vampiro...
Antes de que él terminara de anunciar ella lo interrumpió y le contestó: Y hoy tiene mucha hambre. Se abalanzó sobre su cuello y lo dejó seco.
En el Centro una niña cruzó la calle sin mirar y desapareció para siempre. Iba huyendo de su propia película en donde los monstruos si existían. Tres turistas residentes se dijeron: Qué final tan malo para una película snuff.
dos cigarros sirvieron para recrear un corazón de vidrio que cayó en el pelo descompuesto de una mujer.
Él le dijo: ¿Entonces no era yo todas las combinaciones de tus seres acariciados bajo la atmósfera de la muerte?
Ella le contestó: No, mi ilusión se escucha a tres años de aquí el único lugar donde podre ser libre, pero sígueme hablando del amor en la parte que dices no eres tú, en la parte que me acaricias con tus uñas coartadas en sangre y pronuncias en la oscuridad con una de tus caras que no crees en el amor porque dicen es algo bello y tú rechazas toda belleza que no esté podrida. Dime otra vez que sólo tus huesos de calavera podrán amar una vez, ya viejo, que tendrás todas las respuestas antes de morir. Con los ojos desgarrados me encontrarás aunque no sea exactamente yo.
En el Centro, a dos calles de mi desaparición, se murió una anciana que contaba cuentos de terror
dos manos fugitivas recorrían su cuerpo pálido.
Un taxista contempló el asalto y se derretía en su propia boca antes de llegar a casa.
Él dijo: Lo siento, cielo, tenemos que hablar, en los próximos segundos querré contarte toda mi vida y lo que sucedió hoy, tú me dirás que anunciaron lluvias y no podré continuar. En los siguientes 10 años me acostaré con una mujer en el Hotel Rita sólo porque tú fuiste un fantasma.
Ella le dijo: Es hora de marcharme, una anciana también murió aquí.
En el Centro, a tres calles de mi desaparición, una pareja se recorrió la piel
cantaron canciones por toda la Avenida Revolución y contemplaron sus tentáculos envolviéndose con el abrigo de sus amigos
terminan en un motel.
Él le dijo: Había una vez unos desahuciados...
Ella le dijo: Había una vez una anciana...
Él le dijo: Había una vez un vampiro...
Antes de que él terminara de anunciar ella lo interrumpió y le contestó: Y hoy tiene mucha hambre. Se abalanzó sobre su cuello y lo dejó seco.
En el Centro una niña cruzó la calle sin mirar y desapareció para siempre. Iba huyendo de su propia película en donde los monstruos si existían. Tres turistas residentes se dijeron: Qué final tan malo para una película snuff.