Recorrido en taxi

Eran las 8:15 am cuando subía a la parada de los taxis anaranjados, generalmente a ese hora sólo hay tres personas aparte de mí, pero en esta ocasión había 13 personas con bolsas, chamarras y prisa.
Por mi parte me encontraba agitada, somnolienta y prácticamente con los ojos a medio abrir. 

Los minutos pasaban y con ellos mi incertidumbre por el checador: terror de niños, jóvenes y viejos. Marcador del tiempo laboral y de la inexistencia en el trabajo. Así mismo, recordaba con poca lucidez a una anciana y mis intentos por matarla constantemente. Al ver a mis 13 compañeros restantes como número místico pensé en la posibilidad de que el taxi libre y a las vivas que se encontraba enfrente observándonos, se acercará para  hacernos su propuesta:10 pesos por persona.


Una mujer peinada con chongo y traje señaló a los últimos de la fila, la seguimos 3 personas más y nos colocamos como pudimos adentro del  pequeño taxi. Descubrí que mi cuerpo era flexible cuando media nalga había quedado volando ya que todas las mujeres estaban muy bien alimentadas y cargadas de bolsas. A medio camino el taxista se bajó y dije ya nos chingamos y el respondió: si ya se chingaron, un pedazo de carne de alguna de ustedes bola de gordas se quedo incrustado en la llanta, inches viejas. Una se tuvo que quedar en el limbo, el resto nos quedamos en el taxi. A medida que pasaban los segundos nos íbamos internando cada vez mas en una profunda oscuridad hasta que por fin llegué al Infierno, planta baja y la anciana me esperaba con los ojos desorbitados para pasar mi alma por su boca y mi retardo. Lo que ella no sabía es que la noche anterior me había preparado con un cuchillo antes de dormir.  

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