Salmo por la no violencia
Bajo el abrigo de mi
carne,
moraré bajo la sombra de
mi dignidad.
Diré yo a mi vida,
mi cuerpo es mi templo,
mi amante no es mi
verdugo.
Confiaré en los hechos,
me libraran del lazo de
los golpes
la rozadura del cuerpo
falso.
Con mis aprendizajes me
cubriré los oídos
y debajo de mis alas
haré una fiesta al amor.
Escudo serán mis padres.
No temeré al terror del
engaño,
ni a las peleas sin
guantes que me aquejen de día,
ni pestilencia de su
boca cuando me diga puta,
ni mortandad que en
medio de la borrachera quiera destruirme.
Caerán mil mujeres por
el maltrato
y diez mil a mi diestra;
Más a mí no llegará la
cruda realidad del desamor.
Ciertamente con sus ojos
miraré y veré la recompensa de cuidarme.