El voyerista
Salí
agotado del trabajo y con un dolor de cabeza. Me puse mis audífonos y escuché a
mi grupo de rock favorito a todo volumen.
Estaba en espera de mi novia a quien le había prometido una cena. De
pronto, escuché los murmullos placenteros de alguien, no podía ser yo, ni mi
otro yo. Eran de alguien más. No presté atención y subí el volumen, pero la
tentación estaba presente volteé con los ojos bien alerta, por sí veía algo
sospechoso.
Estaban
en el carro y yo los miraba, con mis ojos colmilludos y con los quejidos de
ellos, empezaba una fiesta donde era el invitado principal.
Un hombre con los ojos en blanco
puesto en el cielo o en su cielo, quede perdido con sus nalgas por encima del
tablero. Ella lo besaba en la silueta de su desnudez. Su boca que también era
mia, subía y bajaba por todo el cuerpo, su lengua saciaba mi sed, mis sueños. El
muchacho se convirtio en una nube, después en un juego de parque, un sube y
baja. La acompañaba con otros murmullos más lejanos de este mundo y más
cercanos al cielo y ella seguía moviéndose como una constelación fuera de su
órbita, antes de sentir el cuchillo sobre su espalda, antes de regar con su
sangre mi corbata. Abri los ojos, ya todo habia terminado.