No todo se trata de arruinarse

No todo se trata de estar sumergido bajo dos líneas de coca en medio de las piernas de una güera y hablar en las reuniones de las nuevas ediciones de los libros para parecer más culto. No es imprescindible para ser escritor: tener una mus@, una maquina del año, un look, una historia trágica, ser extranjero, provinciano o vivir una vida que ni Tarantino escribiría.
            Ya no es revelador tener una relación con un escritor dinosaurio o  morder la ropa y chupar el piso de las casas de cultura para una presentación, un reconocimiento o una lectura. Quejarse de otros escritores, críticos, grupos literarios, casas literarias, editoriales fantasmas y presentaciones con vino y pan para que la gente se entretenga. Ya paso de moda. Ni hablar de las revelaciones espirituales, los exorcismos, los performances ensayados más veces que el discurso de televisa buscando sinónimos de grandeza para el papa y las llamadas invocaciones a Krishna. Ya no impresionan las palabras como mierda, penumbra, penetrable, incertidumbre, holocausto o cualquier metáfora inservible que mate una poética sencilla o espontanea. Podría decirse que ya no es cautivador un diplomado en creación, una maestría, una aberración, un escandalo, una salida de closet o unos golpes a un escritor. Las sensaciones, los sentimientos y la emoción es lo que dentro de la escritura no debería estar sobrevalorado puesto que nos hemos convertido en personas detrás de una máquina incapaces de expresar como se siente el dolor adentro de nosotros, ese que radica cuando te encierras en tus pensamientos y ni siquiera una palabra te puede encender la carne. Estamos desesperados y esperando un mensaje en Facebook o cualquier red social que nos permita tener un contacto virtual por medio de un icono.
            La nuevas generaciones tendrán el reto de sentir algo más que la realidad o que una masturbación por medio de hot line o un robot.

            El simple acto de escritura podría ser algo imperfecto, que se desvanece y asciende al mismo ritmo y revelador, pero la mayor potencialidad se expande en el arte de contar y transmitir algo que por lo menos no nos deje la misma idea, algo que sea un sentimiento que va más allá de un instante.  No todo se trata de arruinarse, ni fingir el intento sino de crear.

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