No todo se trata de estar sumergido bajo dos líneas de coca en medio de las piernas de una güera y hablar en las reuniones de las nuevas ediciones de los libros para parecer más culto. No es imprescindible para ser escritor: tener una mus@, una maquina del año, un look, una historia trágica, ser extranjero, provinciano o vivir una vida que ni Tarantino escribiría. Ya no es revelador tener una relación con un escritor dinosaurio o morder la ropa y chupar el piso de las casas de cultura para una presentación, un reconocimiento o una lectura. Quejarse de otros escritores, críticos, grupos literarios, casas literarias, editoriales fantasmas y presentaciones con vino y pan para que la gente se entretenga. Ya paso de moda. Ni hablar de las revelaciones espirituales, los exorcismos, los performances ensayados más veces que el discurso de televisa buscando sinónimos de grandeza para el papa y las llamadas invocaciones a Krishna. Ya no impresionan las palabras como mierda, pen