Canción Dulce amor

De tus labios marchitos
donde Rosita perdió su nombre,
dame una caricia que sea prohibida,
similar a la antorcha que se enciende,
al partir la ciudad.

Quiero pensar que esta noche es bendita,
no una mentira para mi corazón,
que se mueve como los arboles rebeldes.

En tus brazos yo quisiera regresar,
a una vida de alabanza,
de abrazos nacidos del mar,
encanto de tus ojos,
libres patrias para las casitas de mi boca,
que te nombran y predican promesas en mis sueños.

Nos reconocemos en el aroma del tranvía,
presa fácil del calor,
de la anciana que se sonroja,
con un beso promiscuo hace 50 años.


(Ando con todo, inspírame Dionisio con tus labios de vino)

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