Graffiti

He sido una hoja que se cayó de un árbol y se dejo llevar por el viento,
para ser arrastrada entre las olas y cubrirme de agua y enterrarme en tierra y soñarme hecha cenizas.
Y desaparecerme como si nunca hubiera llegado y por lo tanto sin necesidad de despedirme. Aquí es cuando me entero que esto es el mundo y la carne o la sangre o lo que se le parezca. Entonces, camino por los mismos lugares en los que transité siempre sola, pero ya sin nadie que me lo recuerde. Observo los letreros decorados de graffiti, adorable pienso, ¿derecho de expresión en anonimato? ¿gritos de auxilio? ¿dolor encendido? ¿diversión de adolescencia? Pero, mi mente puede divagar un poco más y quizás es la muestra más superficial de lo grotesco en medio de la belleza o el enfrentamiento del individuo dentro de una sociedad en la que no desea vivir. Quizás el ser humano enfrentándose así mismo en un diálogo para declararse la guerra ante la hipocresía.  Creando el concepto de belleza hecho polvo enfrente de las palabras o del lenguaje más perverso que crece en un niño. En mi colonia siempre ha habido claves en las paredes, códigos que yo desconozco, pero llaman mi atención. Intentos de mis vecinos por mantener las calles limpias, adentro de sus casas se escuchan gritos de represión, intentos por aparentar, intentos.... Y así se va construyendo todo caos dentro de los intentos en todas las áreas y los lugares, incluso los del corazón. Y como el graffiti en las colonias algo muy profundo se instala en  mi ser, como un cigarrillo que todavía puede ofrecer una última succión o una necesidad de quitar toda costra ante cualquier herida pronunciada.

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