En el rincón

Estaba en el último rincón de esta ciudad oscura,
esperando por ti,
contemplando a la serpiente retorcerse de placer,
debajo de mis pies.

Todo sucedió así,
persistía tu sonrisa en mi vuelta circular por el mundo,
adormecía los sentimientos puros,
esos que son tan pequeños.

La ponzoña reside en mi cuerpo,
el degollamiento de los deberes absolutos de esta vida errante,
ha conciliado el dolor con el gozo.
He aquí mi epitafio.

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